lunes, 28 de junio de 2010

1 comentario:

  1. De pronto, la tradicional y familiar imagen de la ruina, desprovista de cubierta, con los vanos abiertos mostrando la vegetación salvaje que libremente crecía en su interior, los muros de ladrillo ennegrecidos por los incendios, aparece transformada en una fantasmal nave varada en la ciudad, cubierta por un sudario, blanco en sus inicios, luego ennegrecido por el polvo y el hollín, sustentada por sus costados por postes metálicos anclados a grandes poyos de hormigón, como un navío en un dique seco, rodeado de containers, como si estuviera cargando o descargando su triste mercancía de cadáveres, rodeado de la tela de arañas de los cables eléctricos que lo reodean, atan y sujetan, como si de anclas se tratara, impidiendo su zarpe.

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